Según la definición del diccionario, la memoria es una función del cerebro y a la vez un fenómeno de la mente que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar información. Normalmente dependiendo del alcance temporal se clasifica en memoria a corto plazo y memoria a largo plazo.
En el caso de preparar una oposición nos interesa fijar bien la información y poder utilizar al máximo la memoria a largo plazo. Pero esto no es una tarea fácil y ni mucho menos soy la persona más adecuada para hablar del tema, pero sí que os puedo dar mi visión al respecto.
Lo primero para poder codificar la información es estar perceptivo, utilizar al máximo nuestros sentidos: sabemos que cuando un hecho nos emociona, entristece o asusta… nos evoca una sensación. Esa vivencia pasa a formar parte de nuestro recuerdo (a veces para toda la vida). Cuanto más interés ponemos en una cosa más fácil nos resultará recordarla. Para mí la concentración y el entendimiento son imprescindibles.
El almacenamiento es fijar contenido mediante la repetición, procurando evitar la asimilación mecánica. Seguramente para esta parte utilizo todos los métodos posibles porque, para mí es la cosa más aburrida del mundo. Copio varias veces la ley, paso a limpio los resúmenes, la escucho por las noches cuando me acuesto, la leo en voz alta… y después intento explicarla. Porque a pesar de que, según dicen mis amigos, soy una persona que se acuerda de todas las anécdotas y vivencias del pasado, en el estudio mi memoria es totalmente volátil.
Los trucos que utilizo por costumbre son: los de asociación, ya que intento relacionar todo lo nuevo con el temario ya aprendido para ordenármelo mentalmente y que me resulte más fácil aprenderlo. Así como recordar el contexto: siempre se me ha dado bien visualizar la situación en la que me encuentro a la hora de estudiar. Me ayudan muchísimo cosas tan simples como que era un día que llovía, llevaba pantalones nuevos, el esquema lo hice en una hoja cuadriculada, utilicé un bolígrafo verde, tenia frío…
También puedes ponerle música al texto o recitarlo como una poesía, exagerar la información… debes encontrar el método que mejor se acople a ti.
Haz pausas mientras lees o estudias para recordar lo que vas aprendiendo, señala Academia TEBA. Mi mejor secreto para recuperar la información es repasar, siempre me he hecho un buen plan de repaso que he ido adaptando conforme he tenido más temario para aprender. Después de saberme el tema lo repaso al día siguiente, a la semana, al mes y a los tres meses, además de ir haciendo cuestionarios relacionados durante todo este tiempo. No puedes abandonar el tema nunca hasta que no hagas el examen.
Aunque la gente pueda decir que los juegos de ingenio (crucigramas, sodokus…) agudizan la memoria, al igual que hacer puzzles y problemas de lógica, una cosa está clara: debes estudiar mucho. Todo esto puede ayudar para que tu mente esté más receptiva así como practicar ejercicio físico, ya que existe una conexión entre la salud física y mental. El ejercicio físico aumenta el rendimiento académico y laboral, mejora el rendimiento intelectual y la capacidad de memoria… pero sin horas de empollar y repasar no conseguirás aprenderte el temario.
Es fácil que vivas momentos de colapso mental y bloqueos como te conté en mi experiencia del post de la semana pasada, debes darte tiempo, descansar, desconectar y divertirte un poco para aprovechar mejor las horas que dedicas a aprender.
A medida que pasa el tiempo y con el todas las horas que le estás dedicando al estudio, te será más fácil memorizar. Al ejercitar la mente a veces crees que no te acordarás de lo estudiado y te sorprendes cuando vas a repasarlo al darte cuenta que te lo sabes todo. ¡Ánimo!